martes, 24 de enero de 2012

La ultima Frontera contra la Boca del Infierno


A estas alturas, en todos los libros de historia, el monarca Felipe II figura como el gran defensor de la fe católica. Este hombre, que consiguió que el imperio hispano se extendiera como la pólvora, lucho con toda su fuerza, que no era poca, para que las fuerzas del mal no prevalecieran en su mundo.
Lo que no sabe mucha gente es, que este hombre también emprendió un ardua cruzada por dominar las fuerzas sobrenaturales, sobretodo las que amenazaran la solidez de la religión católica, encabezada por su emperador y el papa

Mapa que muestra las lineas Leys

También era un hombre inteligente, y sabia que para acabar con las fuerzas demoniacas que poblaban la tierra era necesario conocerlas a fondo.

Haciendo caso de los antiguos estudiosos, supo de las "Lineas de Leys", unas supuestas lineas de energía que atraviesan el mundo, y cuyas intersecciones siempre han sido consideradas localizaciones sagradas, como el caso de "Stonehenge". Pero también existían las que presentaban el mal, engendrando las conocidas "Bocas del Infierno".
Este era el caso del monte Abantos y sus alrededores, donde existen crónicas de visiones de seres fantasmagóricos, desde aquellos tiempos hasta la actualidad. Aquellas fuerzas oscuras debían ser selladas, y solo existía una manera, levantar sobre sus lomas el monasterio mas grande de la cristiandad. Una fuerza sagrada que contrarrestara el efecto nocivo de aquella energía.

Todo esto resulto en la construcción del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, el gran templo del saber de la época.

San Lorenzo del Escorial

También se recoge allí la mayor colección de reliquias, para ser exactos del orden de 7422, que se encuentran en relicarios divididos por todas las estancias. Podemos contemplar desde la cabeza de san Hermenegildo a la grasa y algunos huesos de san Lorenzo. Existe incluso una copia a escala de la Sabana Santa de Turín. Todo era poco para luchar contra el maligno.
La Alquimia también fue una columna clave en los estudios oscuros del Escorial, ya que el interés, algo material, de Felipe II por la elaboración de pócimas y remedios para alargar su propia vida, quedo patente al fundar dentro del monasterio una botica, que llego a convertirse en la mas famosa de Europa. Es un detalle extraño, que aquella botica exploto de buenas a primeras, pero el hecho fue enmascarado con la supuesta caída de un rayo.
En resumidas palabras, Felipe II era un hombre temeroso de Dios, y por eso intento anticiparse a lo que venia tras la primera vida, y , como no podía ser de otra manera, acudió al gran genio de las visiones extracorporeas de la época, que no era otro que Hyeronimus Van Acken, El Bosco.
Desde la apertura del monasterio, el descendiente de Carlos I, se dedico a reunir todas las pinturas posibles de este visionario del terreno religioso. Y es que, es sabida la relación de este pintor con los cultos adamíticos, que son considerados como secta contemporánea al monarca.
Los secretos de esta magnifica construcción abarcan múltiples teorías, desde el ladrillo de oro que se encuentra en la cúspide de la basílica, pasando por las bolas doradas que coronan los pararrayos, supuestamente llenas de reliquias, hasta llegar al final a sus sótanos, donde supuestamente de nuevo, se encuentra la entrada a la famosa "Boca del Infierno".
Obra de Juan Ignacio Millán sobre la boca
Y es que la leyenda que pesa sobre la muerte del monarca acrecenta todos estos rumores sobre supuestas fuerzas malignas.
Cuando la delicada salud del rey estaba ya sumamente deteriorada, este decidió pasar sus últimos días en el escorial, y allí, acosado por la gota y unas fiebres terribles, volvió a encontrarse con su enemigo, "El Perro Negro". La leyenda cuenta que un perro negro fue encontrado dentro del monasterio, y que ante sus incesantes ladridos, Felipe II ordeno matarle y colgarle de un ventanal hasta que se pudriera.
En los momentos mas importantes de la vida del hombre mas poderoso del mundo en el siglo XVI, se dice que se vio al famoso perro negro en la lejanía, vigilando lo que sucedía.
La noche en que murió el monarca, Fray José de Sigüenza escribió que el perro negro se encontraba en el templo, con lo que parecía ser el espíritu de un niño, ambos dispuestos a tomar el alma del atormentado dirigente de medio mundo, consiguiéndolo.
Al final el tremendo esfuerzo de Felipe II por contener las fuerzas que habitaban bajo su colosal construcción, pareció no dar sus frutos, así como la investigación del terreno de lo oculto, no pudo prevenir su muerte a los 71 años.
Lo que se encuentra en el Escorial es un secreto, salvo para los monjes Jerónimos, que custodian la construcción desde siempre. Quizás sea mejor que siga así, a riesgo de despertar aquello que vieron sus antiguos moradores.

Hasta la próxima.

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